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La historia del desarrollo de la especie es similar a una línea ondulada que a momentos alcanza niveles alentadores para la vida y luego desciende como retornando a la barbarie; así lo confirman los hechos y los líderes del mundo actual.

En nuestro grupo social las turbulencias de los últimos cuarenta años nos han demostrado que hay momentos en los que subimos y otros que descendemos sin que nos podamos explicar muy claramente las causas; sin embargo, hay un hecho que ha penetrado en casi todas las sociedades del planeta conocido como drogadicción.

Un reporte de hace siete años sostenía que el monto de dinero que mueve la economía de este mecanismo ilícito y destructivo equivalía a casi un tercio del capital mundial, demostrándose que su accionar nacido en la vecina Colombia actualmente está completamente expandido y conectado a nivel mundial con eficiencia, gracias a los sistemas de comunicación de alta velocidad y su capacidad de corromper y  penetrar en la sociedad.

Actualmente ubicar dónde está y cómo se reproduce este capital ilícito es tarea imposible. Son años de trabajo silencioso y oculto de las mafias que conformaron empresas de todo calibre y cooptan permanente funcionarios de todo nivel. Mediante el sistema de recompensas o amenazas construyeron la gran red mundial, de allí que el poder instituido legalmente poco pueda controlar esta marea trágica abocando al planeta a una decadente nueva sociedad.

Es necesario entender la inmensidad y complejidad del problema de esta contaminación social y las pocas posibilidades de ser superada. Se trata de un pantano en el que estamos sumergidos y el enemigo está en todas partes, haciendo fluir la droga, el dinero y la corrupción, y, por ende, destruyendo el tejido social.

Muchas cosas ocurren y no sabemos porque son producto de una planificación subterránea. Solo nos queda la sorpresa sobre el callejón de la duda del que nadie sale ileso; recordemos “León de Troya”.

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