El Gobernador de la provincia de Cotopaxi ha anunciado que no habrá más vuelos de la polémica «avioneta roja» en nuestra región. Este hecho, lejos de ser simplemente una decisión administrativa, pone al descubierto las estrategias de pseudo líderes que han utilizado la ignorancia como herramienta para movilizar a campesinos y comunidades indígenas. Durante años, estos grupos han difundido argumentos infundados, como que las avionetas se utilizan para provocar sequía, que los cañones de sonido impiden las lluvias o que los proyectos de entubamiento de agua tienen como objetivo enviar el recurso a Estados Unidos. Estas ideas, lejos de responder a los verdaderos intereses del pueblo, han servido como pretexto para alimentar agendas personales y perpetuar privilegios.
Es lamentable que el engaño se haya convertido en un recurso recurrente para ciertos líderes que, bajo la fachada de «defensores del pueblo», instrumentalizan la desinformación para convocar movilizaciones. En lugar de buscar soluciones reales a los problemas de las comunidades, han creado un «negocio de la ignorancia» que mantiene a las personas atrapadas en discursos manipuladores.
Un caso concreto es la suspensión de operaciones de una empresa de formación de pilotos que operaba desde nuestro aeropuerto. Este proyecto, que contribuía al desarrollo aeronáutico del país, ha sido víctima de estas presiones infundadas. Así, una iniciativa que podría haber generado oportunidades de empleo y capacitación ha sido sacrificada en nombre de una supuesta defensa del pueblo, que en realidad solo beneficia a los líderes que encabezan estas movilizaciones.
Las movilizaciones impulsadas por estos líderes no solo carecen de fundamentos sólidos, sino que también perjudican gravemente al país en un contexto de crisis económica. Mientras la mayoría de los ecuatorianos lucha por recuperarse y reconstruir la estabilidad económica, estos paros y protestas no hacen más que agravar la situación. Peor aún, los beneficios de estas acciones rara vez llegan al pueblo. En repetidas ocasiones, los líderes terminan acomodando a sus familiares y colaboradores cercanos en puestos gubernamentales, mientras que quienes participaron en las protestas son dejados al margen, sin mejoras reales en sus condiciones de vida.
Es alarmante que en pleno siglo XXI se sigan utilizando argumentos tan burdos como culpar a las avionetas de fenómenos climáticos. Esto no solo demuestra un claro déficit en el acceso a información veraz, sino también un preocupante rezago en la educación de nuestra población. Como mencioné en un artículo anterior (Salgado, E. 2024), el clima no es controlable, y utilizar este tipo de argumentos para manipular a las comunidades refleja un grave problema cultural que requiere atención urgente.
Para contrarrestar esta situación, no basta con soluciones técnicas o inmediatas. Es necesario apostar por un cambio cultural que promueva la educación y el pensamiento crítico en nuestras comunidades. Invertir en programas educativos que enseñen a las personas a identificar la manipulación y a cuestionar los discursos que se les presentan es fundamental. Además, las autoridades deben mejorar sus estrategias de comunicación, ofreciendo información clara, transparente y accesible que evite que los ciudadanos caigan en las trampas de estos oportunistas.
Es predecible que quienes han basado su protagonismo en el oportunismo encuentren pronto un nuevo pretexto para movilizar a las comunidades. Sin embargo, la pregunta clave es: ¿seguirá la población dejándose engañar? Cada vez es más evidente que estos líderes, lejos de ser «salvadores del pueblo», utilizan a las comunidades como herramientas para sus intereses personales.
En este contexto, es esencial que todos reflexionemos sobre las verdaderas motivaciones detrás de estas acciones y trabajemos juntos para construir una sociedad más informada, cohesionada y crítica. El engaño solo prospera cuando la razón está ausente. Depende de nosotros garantizar que sea la verdad la que prevalezca. Continuará…