El escenario político y social en Ecuador se encuentra en un punto crítico, con tensiones acumuladas debido a la crisis eléctrica, el desempleo, y una percepción creciente de políticas autoritarias bajo el gobierno de Daniel Noboa. En respuesta, el Frente Unitario de Trabajadores (FUT) y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) han anunciado movilizaciones para las próximas semanas, cada una con agendas propias pero motivadas por una preocupación compartida sobre la dirección que está tomando el país.
La crisis eléctrica que ha golpeado al país no solo ha afectado la vida cotidiana de los ciudadanos, sino que ha tenido un impacto directo en la economía y el empleo. Esta situación ha intensificado el malestar social y ha provocado que las principales organizaciones de trabajadores y comunidades indígenas tomen acción. El FUT, liderado por José Villavicencio, ha convocado una movilización nacional para el 21 de noviembre, en la que se abordarán temas como la inseguridad, la crisis económica y la reciente suspensión de la vicepresidenta Verónica Abad, una medida que ha sido vista por algunos como un reflejo de la fragilidad institucional y las prácticas autoritarias del gobierno.
Por su parte, la Conaie ha llamado a sus bases a reunirse el 13 de noviembre en un «parlamento de los pueblos», con el fin de definir acciones concretas para contrarrestar las políticas gubernamentales. Este tipo de asambleas refuerzan el papel de la Conaie como un actor organizativo central, capaz de movilizar a diversas comunidades en torno a demandas sociales y económicas.
Las movilizaciones, aunque justificadas por las difíciles circunstancias actuales, representan un arma de doble filo. Las experiencias pasadas han demostrado que las protestas masivas en Ecuador han causado, en ocasiones, más daño que la propia crisis que buscan remediar. Durante las manifestaciones de 2019 y 2022, los bloqueos de carreteras y las interrupciones de servicios básicos llevaron al país al borde del colapso económico, afectando tanto a los pequeños comerciantes como a grandes empresas y generando un clima de incertidumbre y temor.
El daño económico derivado de estas movilizaciones es significativo y puede empeorar la ya delicada situación económica del país. El cierre de vías de comunicación y el estancamiento de actividades productivas suelen provocar pérdidas millonarias, y las alteraciones prolongadas de la paz social afectan la inversión extranjera y la estabilidad económica. Este tipo de movilizaciones también profundizan las divisiones sociales y políticas, dificultando la construcción de consensos necesarios para avanzar en reformas estructurales que el país necesita con urgencia.
Con miras a las elecciones de 2025, Ecuador enfrenta un desafío crucial: la elección de un líder capaz de abordar y solucionar los problemas estructurales que arrastra el país. Las próximas elecciones serán un punto de inflexión para un Ecuador que necesita desesperadamente estabilidad política, económica y social. Las movilizaciones actuales ponen de relieve la falta de confianza en la capacidad del gobierno para responder a las necesidades del pueblo, pero también subrayan la necesidad de que el país encuentre un liderazgo que pueda unir a los diversos sectores y ofrecer soluciones viables y sostenibles.
El candidato ideal para 2025 deberá tener un enfoque equilibrado y pragmático, que combine la defensa de los derechos sociales y laborales con políticas económicas que impulsen el crecimiento y la inversión. Será vital que ese liderazgo entienda y gestione adecuadamente las complejidades de los problemas como la inseguridad, la crisis energética, el desempleo y la inequidad social. No se trata solo de apaciguar las manifestaciones con promesas vacías, sino de implementar medidas que reduzcan la dependencia de políticas cortoplacistas y promuevan un desarrollo integral a largo plazo.
Ecuador se encuentra en una encrucijada. Las movilizaciones convocadas por el FUT y la Conaie representan tanto una manifestación legítima del derecho a la protesta como un recordatorio de los riesgos que estas acciones pueden conllevar si se salen de control. Con las elecciones de 2025 en el horizonte, la sociedad ecuatoriana debe buscar un candidato que ofrezca más que soluciones rápidas y populistas. Es imperativo un líder que tenga la visión y la capacidad de implementar un plan integral que aborde las causas de las crisis y fomente un entorno de cooperación entre el gobierno, los trabajadores, las comunidades indígenas y otros sectores de la sociedad.
El país necesita un nuevo pacto social, donde el diálogo y la participación sean la norma y no la excepción, para evitar que las crisis futuras se conviertan en catástrofes. Solo así se podrá transformar el potencial de Ecuador en una realidad de bienestar y progreso para todos sus ciudadanos.