A finales de los años ochenta, mi búsqueda por conocer nuevas áreas del conocimiento me llevó a una experiencia que marcó profundamente mi vida. Fue durante un viaje a Cali, a un congreso sobre ecología, donde tuve la oportunidad de explorar no solo la Universidad del Valle, con su impresionante biblioteca y su departamento de física, sino también de conocer de cerca FUNDAEC, la «Fundación para la Aplicación y la Enseñanza de las Ciencias». Este encuentro me abrió los ojos a un mundo de posibilidades para el desarrollo rural y educativo en América Latina.
FUNDAEC, creada en 1974 bajo el liderazgo del físico Farzam Arbab, nació con la misión de integrar el conocimiento moderno y las tradiciones locales para empoderar a las comunidades rurales. Su enfoque educativo, centrado en el «Sistema de Aprendizaje Tutorial» (SAT) y el «Centro Universitario para el Bienestar Rural» (CUBR), no solo busca transmitir conocimientos, sino también desarrollar capacidades en matemáticas, ciencias, comunicación, tecnología y servicio comunitario.
Durante mi visita, quedé profundamente impresionado por los ideales fundacionales de FUNDAEC. La organización no ve a las comunidades rurales como masas carentes y dependientes, sino como recursos invaluables en un proceso autosostenible de cambio. Este enfoque holístico reconoce tanto la dimensión material como la espiritual del ser humano, fomentando valores como el amor, la justicia y la generosidad. En un mundo que a menudo reduce a las personas a consumidores o simples objetos de manipulaciones de mercado, esta visión fue para mí una revelación.
Uno de los aspectos más inspiradores de FUNDAEC es cómo sus proyectos educativos y de desarrollo han transformado la vida de miles de personas en América Latina. El SAT, implementado en múltiples países, ha sido reconocido internacionalmente por su impacto en la reducción de la migración urbana, el fortalecimiento de la democracia local y la igualdad de género. Su modelo, adaptado a las necesidades rurales, ha demostrado que es posible construir una sociedad moderna sin desvincularse de las raíces comunitarias y tradicionales.
El CUBR, por su parte, ha sido un espacio donde dos sistemas de conocimiento interactúan de manera constructiva: el moderno y el tradicional. Este enfoque fomenta procesos de desarrollo desde las propias poblaciones rurales, integrando actividades como la producción, la socialización y la toma de decisiones en estructuras que reflejan las complejidades de un mundo globalizado.
Mi experiencia con FUNDAEC me enseñó que la educación puede y debe ser una herramienta para la transformación social. La idea de que los habitantes rurales puedan no solo beneficiarse de la educación superior, sino también convertirse en creadores de conocimiento y tecnología, es una propuesta revolucionaria que me inspiró profundamente.
Hoy, al recordar esos días, siento gratitud por haber tenido la oportunidad de conocer una organización que trabaja con tanto compromiso por la dignidad y el bienestar de las comunidades rurales. FUNDAEC es un testimonio vivo de cómo la ciencia, la física en particular y la educación, cuando se aplican con un enfoque humano y holístico, pueden cambiar vidas y construir un futuro más justo y sostenible para todos.