¡El verdadero benefactor!

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Las redes sociales y sus plataformas digitales nos conectan de manera inmediata, muchas veces “sin filtro”, y, penosamente, dan cuenta de información falsa, tergiversada, tendenciosa, manipulada o interesada; también nos llegan cosas interesantes, como opiniones y pensamientos profundos, que ayudan a entender la realidad, que muchas veces no la vemos, por carecer de tiempo al estar sumidos en cuestiones del diario y complejo vivir.

Hace días un amigo común del grupo de queridos compañeros de juventud, unidos por el whatsapp, nos hizo llegar de la red “tik tok” la conferencia de una persona inteligente que lamentablemente no se ubicó su nombre; estaba dirigida a explicar los por qué de la actual realidad política, social y económica en general y la serie de posiciones ideológicas que defienden los políticos -desde sus respectivas perspectivas- para explicar, entender y enfrentar los problemas de la sociedad.

En la conclusión contundente y frontal, nos dice: “Cuando entendamos que el mayor benefactor social es el emprendedor, dejaremos entonces de castigar su éxito y saldremos definitivamente del fango de la envidia y del resentimiento en el que muchos pretenden hacernos vivir…” . Esta valiente y contundente manifestación es muy significativa para comprender el importante rol que cumple el empresario -y en general la iniciativa privada-, al configurar el círculo virtuoso que representa la generación de riqueza, obtención de recursos para el estado y creación de fuentes de trabajo.

¿Por qué el emprendedor se convierte en benefactor social? Partamos reconociendo que emprender no es tarea sencilla, debido a que tiene que desarrollar un proyecto: llevarlo a cabo requiere tenacidad, capacidad de trabajo y gran dosis de sacrificio. Su éxito depende también de saber arriesgar y persistir en su empeño. Si el emprendimiento alcanza los objetivos deseados, éste necesita del concurso de colaboradores y trabajadores que dinamicen la gestión y, de esta manera, asegurar las bases para crecer cada vez más.

El éxito no siempre es reconocido pues aparecen ciertas manifestaciones que rayan en la envidia; de ahí se explica la incomprensión a la gente de éxito, sentimiento que penosamente provienen incluso de los mismos beneficiarios, de sus propios empleados y trabajadores. Lo peor de todo es que algunos sectores políticos son los que alientan la envidia, por resentimientos ocultos, ya por simple cálculo electorero o ideológico. Defensores del Estado benefactor y empresario hacen creer que éste tiene la obligación de asegurar bienestar, asumiendo directamente la prestación de bienes y servicios, rol que no le es propio, salvo los básicos de seguridad, salud y educación.

El país necesita más, muchos más, emprendedores para generar trabajo digno, siempre y cuando se los vea como benefactores sociales en el mejor término de la palabra, no como expresión de filantropía o de protección, sino como manifestación de verdadera solidaridad social, generando trabajo y riqueza. En la medida que el emprendedor cumpla sus obligaciones para con el Estado y con los trabajadores, tiene el derecho a ser respetado, recibir la protección del Estado y a ser considerado como un verdadero aliado estratégico.

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