Esta conmemoración, habría sido por iniciativa del abad de Cluny, San Odilon, en el 998, y un millar de monasterios benedictinos dependían de Cluny, por lo tanto eso favoreció la difusión.
En Roma quedó establecida oficialmente en 1311; el privilegio de las tres misas en esta fecha, concedido solo a España en 1748, Benedicto XV lo extendió a toda la Iglesia en 1915.
Luego de esta introducción, sepamos brevemente, algo de la recordación en referencia a como muchos años atrás, los indígenas celebraban esta fecha importante para todos.
Pedro Fermín Cevallos, escribe que en 1889 que en las parroquias de la Sierra, los indios, en el día de finados se apoderan de las campanas y, asidos desde las vísperas de los badajos, no dejan de tocarlas hasta ya entrada la noche. Creen que se sacan almas del purgatorio con el tañido de las campanas, y esos inocentes trepan solícitos a las torres para “hacer hablar a las campanas”, como dicen, y dar alivio a las almas de los deudos que han perdido. Llevan una diversidad de ofrendas.
Mientras rezan los responsos, juegan con los dedos la tierra que encuentran en las junturas del embaldosado de los templos, y la riegan con agua, a fin asimismo de refrescar a las almas.
El quiteño Antonio Santiana, refiere a que las familias de los muertos, van a los cementerios, allí, toman posesión de las tumbas, hablan en voz baja con acento contrito de modo que allí solo se oye un solo rumor.
Allí inician una comida ritual, coladas y demás, no hay chicha; comen con una lentitud casi ceremoniosa, obsequiandose mutuamente las familias. Circulan regalando y recibiendo.
Darío Guevara nos hace saber que, se elabora una substanciosa interpretación acerca del sentido de las ofrendas a las almas, en los cementerios, concluyendo que en las “guaguas de pan” y en la “colada morada”, platos típicos del día de difuntos en el Ecuador, residen, en esencia, el cuerpo y la sangre que antaño los Incas ofrecían a los dioses, en las ceremonias de sacrificios.
Paulo de Carvalho Neto también refiere que se limpian los lugares donde están los deudos, llevan los alimentos que eran de su gusto.
Escribe que la chicha que llevan la vierten sobre la tierra y, al verla desaparecer, dicen que “el muertito está con sed”. Pagan al cura para los responsos por “el almita” del difunto y de rato en rato tomando licor, hasta que a las seis de la tarde salen del cementerio embriagados y en el camino pelean.
Los responsos son oraciones en sufragio de los muertos, los deudos pagan con canastos de pan, huevos y dinero.
En fin, las celebraciones son tan variadas, que se requeriría de mucha tinta y espacio, sin embargo por hoy, se han conocido algunos temas en esta fecha en que debemos visitar a quienes se nos adelantaron en el tiempo, en tal virtud, visitemos a nuestros amigos y familiares, pues, tanto ellos como nosotros, necesitamos de una visita, de una oración, y de un “gracias” por ser parte de ellos y que tarde o temprano nos juntaremos.
Con afecto y respeto
Paul García Lanas