El lío de faldas que llevó a la tumba al Gral. latacungueño Emilio María Terán Jacome

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Uno de los ecuatorianos más relevantes de nuestra época republicana, es el citado Gral. Terán, quien fue bautizado en Latacunga el 4 de enero de 1863, hijo de Emilio Terán Robalino y Ana Jacome Barba.

Su campo de acción abarcó espacios muy amplios, como el periodismo, la cátedra, política local y nacional, la milicia, diplomacia, economía, música, administración educativa superior y demás.

Formó parte de una época dónde las luchas políticas estaban a la orden del día, dónde liberales y conservadores eran los protagonistas. Los liberales pensaron en Terán como candidato a la Presidencia, era un hombre muy querido y apreciado, tenía un gran don de gentes, fue un gran conquistador de mujeres, generando todo tipo de argucias y hasta sus conocimientos musicales para practicar la seducción (según nos indica el historiador Enrique Ayala Mora).

El Dr. Rodolfo Pérez Pimentel, ha escrito aún más, que a Terán, sus enemigos le acusaron de despilfarrador y promiscuo, lo primero no pudieron probarle jamás. Y lo segundo se basaba siempre en el hecho de que le gustaban los bailes de medio pelo con mujeres del pueblo llano y las francachelas con damiselas que se prestaban para todo género de excesos.

Lo cierto es que, el Gral Terán fue muy cercano a las damas, una de ellas fue esposa de su gran «amigo» Crnl Luis Quirola, a quien Terán había regalado una pistola como recuerdo de su estadía en Londres.

Pues resulta que, con esa misma arma el citado Quirola mató a Terán, ese macabro hecho se dió en pleno centro de Quito, un tres de julio de 1911, Quirola acudió al Hotel Royal y al divisar a Terán, sacó el revolver del bolsillo izquierdo del pecho y le disparó tres tiros al cuerpo (eran las 11h00) expresando: «juré matarte, canalla».

Se conocen detalles de la afectación de los disparos. Quirola se alejó del lugar, hubieron varios testigos del hecho, el Gral expiró a las seis de la tarde.

La noticia causó lógicamente agitación, a Quirola el populacho intentó lincharlo, fue apresado, pero un mes más tarde fue arrastrado y despedazado, una persona muy allegada al Gral Terán, le sacó los ojos al cadáver de Quirola (datos publicados por el Dr Fernando Jurado Noboa en una de sus obras).

Los políticos dijeron de todo, que había implicaciones políticas en el asesinato, incluso se llegó a decir que las habladurías de unas «vagamundas» convencieron a Quirola que Terán deshonraba su hogar. La presión de los rumores fue tan fuerte que lo llevó al crimen; luego se habló también de ofertas de libertad para Quirola por parte de los liberales.

Se juntaron las habladurías, la política, la pasión, y ante todo un «lío de faldas» que culminó en tragedia, dónde los encantos «diabólicos» de una dama, llevaron a la tumba al enamorador latacungueño, que fue hijo de un caballero que por su nombre se conoce a la «manzana emilia» y fue padre de un gran intelectual como fue el escritor, compositor, músico y caricaturista Enrique Terán Vaca.

La casa natal del Gral Terán, se ubica en Latacunga, en la calle Gral. Maldonado, atrás del templo de San Francisco, casa que fue de la familia Jacome (dónde se aprecia una placa en su honor) a dónde además llegó el Maestro del Libertador, don Simón Rodríguez, en fin y como dato singular, en aquella casa donde el suscrito tuvo el honor de residir algún tiempo.

Allí nació el Gral. asesinado, de quien historiadores como Coba Robalino, han expresado que realmente Terán fue hijo del famoso Crnl Luis Fernando Ortega Espinosa, llamado popularmente «papaso Ortega», quien, dicho sea de paso, es el padre de la educadora laica Elvira Ortega Freire.

La historia si que tiene temas muy, pero muy curiosos, uno de ellos es el que hoy se ha conocido.

Dos obras han servido de base (no siendo las únicas) para la presente narración:

— El Poder y la Muerte, crímenes políticos en el Ecuador 1830-1959; editor: Enrique Ayala Mora, y
— Los Descendientes de Benalcazar en la formación social ecuatoriana, siglos XVI al XX, tomo II; autor Fernando Jurado Noboa.

Con afecto y respeto

Paul García Lanas

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