Latacunga, la ciudad Patrimonial, Pensil de los Andes, la de filántropos, sabios y grandes

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En esta fecha emblemática, cuando recordamos 203 años del Primer Grito de Emancipación Política de Latacunga, es bueno recordar brevemente algunos apuntes que rodean su relevante pasado y presente.

— La ciudad rodeada del Yanayacu, Cunugyacu, Cutuchi y Pumacunchi, y dónde hay agua, hay vida, quizá por ello, se pobló y luego se fundó la advocacion de San Vicente Mártir de Latacunga un 27 de octubre de 1584.

— Tacunga, la tierra de gran devoción Mariana, en la que sus habitantes veneraban a la Virgen de la Merced, a la de San Blas o del Salto, a la del Rosario, a la del Loreto y con este cobijo, nos revelamos ciudad milenaria, por siempre y para siempre.

— Ciudad donde el trabajo obrajero de molienda, artesanía, minas, orfebrería, escultores de la piedra pómez y demás, ayudaron a levantar su estructura patrimonial en más de cinco siglos, por ello brillan residencias, templos, calles, plazas y plazoletas, en un conjunto armónico sobre el trazado dameral también patrimonial.

— Bendecida por el manto de la Santísima Virgen, Latacunga es cuna de brillantes y talentosos Valores Humanos, que, cobijados por la ya citada devoción Mariana, supieron dejarnos una herencia moral, ética, de hombría de bien, trabajo, emprendimiento, valentía y permanente defensa de su patrimonio humano y urbano.

— Mujeres y hombres de renombre, cubren a la ciudad en calles, instituciones, biografías, libros abiertos de historia y gloria, en fin, en lo que nos rodea desde siglos atrás.

— Somos valientes al haber soportado la furia de la naturaleza, ante sismos y erupciones, y volver a levantar viviendas y templos en el mismo sitio fundacional, eso revela amor a la tierra.

— Somos la cruz y la espada, llegada con la conquista y mantenida con fervor y respeto a quienes las lideran, acrecentando desarrollo en abrazo con sus autoridades.

— Tenemos el ejemplo permanente de la fuerza creadora e intelectual del gran Ignacio Flores, a quien nuestras letras le deben una biografía para saber de su sapiencia y valor administrativo como cuando fungió de Presidente de la hoy Bolivia.

— Tacunga, tiene una reconocida ancestralidad en todo lo que refiere a cultura popular -lease folklore- con manifestaciones que deben conocerse y preservarse, manteniendolas en lo mejor de su esencia, sin adulteraciones ni remiendos absurdos.

— Caminar por las calles latacungueñas, especialmente en la noche, es una terapia y una verdadera clase de historia, recordando personajes, conociendo los diferentes estilos arquitectónicos de templos y viviendas.

— El área de primer orden del Centro Histórico, tiene en su esencia, lo mejor de una ciudad, hecha a «escala humana», dónde se conjugan espacios abiertos, como parques y plazoletas, con la infraestructura urbana, dónde predomina, diría yo, el neoclásico republicano, dónde el mejor ejemplo lo palpamos en el Palacio Municipal.

— Hagamos siempre un ejercicio de memoria, para que nunca salgan de nuestra mente, los recuerdos vividos aquí, de nuestros padres, abuelos y quizá hasta de nuestros ocho bisabuelos, saber que aquí residieron, trabajaron, se esforzaron y amaron a los suyos y a su ciudad.

— Nunca olvidemos que el amor divino de nuestra Santísima Virgen de la Merced, como Patrona nuestra, está reflejado en la presencia espiritual y moral de madres, abuelas y muchísimas mujeres que construyeron lo mejor que tiene nuestra Latacunga, solo recordar a aquellas que siempre pusieron el hombro junto a los suyos, para hacer de las familias, una fortaleza contra quienes quizá, piensen faltarle a la tierra nuestra.

— La permanente formación intelectual de los latacungueños, ha sido la fuerza formadora y creadora de la gran ciudad, Patrimonio de todos, una herencia que debemos valorar y respetar, para que nuestros hijos y nietos, también acojan a Latacunga como algo suyo.

— Queremos y defendemos a la ciudad, como lo hacemos con nuestra familia inmediata; por ello, no permitamos atropellos e improvisaciones, hagamos que se respete nuestra sangre y nuestra arcilla humana, con la que fue levantada la ciudad desde tiempos inmemoriales.

— Desde el cielo y el infinito, nos miran Vicente León, Sánchez de Orellana, Belisario Quevedo, Juan Abel Echeverría, Antonia Vela y su hermana María Rosa, Melchor de Benavides, los hermanos Juan y Lino Pazmiño, los hermanos Pérez de Anda, los hermanos Cevallos Benavides, Baltazara Terán, Calixto Pino, Victoria Vasconez Cuvi, el Padre Salcedo y muchísimos más, en permanente vigilia para que sigamos sus ejemplos, acoplandonos a nuestros tiempos, pero siempre llevando el pendon amarillo y celeste, como una guía en el sendero del progreso.

— Mi saludo al pueblo latacungueño, a sus autoridades, a todos quienes conforman lo mejor de esta querida ciudad, a la niñez, juventud y adultez que miran hacia arriba y ven como Dios nos puso el color del cielo como parte de nuestra bandera, que se conjugan con el amarillo que representa valentía, talento y amor a la Patria Chica, la que hoy está de fiesta y recuerda a heroínas y próceres, que nos dejaron un ejemplo de grandeza y de «un rendirse, jamás!!», sigamos adelante, trabajando por esta tierra bendecida y tan querida por todos.

!Viva Latacunga!

Con afecto,

Paul García Lanas

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