¿Hasta cuándo durará?

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Este mal llamado paro nacional se ha prolongado, gracias a los azuzadores enardecidos y violentos: no tenían el menor interés de que concluya. Muy “aceitados” -léase pagados-, por quienes defienden intereses económicos oscuros y criminales. Lo que comenzó con el pretexto del diésel devino en peticiones inconsultas, inaceptables, nada serias, todas para que el gobierno, como no puede ser de otra manera, no las considere por inaceptables y absurdas.

La decisión de eliminar el subsidio al diésel es un acto de gobierno responsable. Los que han criticado -y que ostentaban el poder-, no se atrevieron a hacerlo, a pesar de que opinaban que era lo que corresponde: faltos de entereza y miedo de perder popularidad. Esa es la clase política que no vela por los intereses del país, sino por el ego perverso que les inspira. Su visión cortoplacista, alejada de los intereses nacionales permanentes, hace que les sea imposible resignar sus objetivos, inspirados en la violencia y el terror.

Es evidente que la Conaie -particularmente Vargas e Iza-, los utilizaron de manera malévola; luego, se olvidaron del diésel porque la mayoría de ecuatorianos se convencieron de que no había otra alternativa para sanear las finanzas públicas y evitar que las mafias sigan aprovechándose para mantener pingües ganancias. Ahí fue que empezaron a salir otras exigencias para hacer creer que el paro tiene justificación porque supuestamente actúan en beneficio del pueblo.

Lo que realmente quieren es que no se dé paso a la consulta popular, porque piensan que serán revisados los “derechos” que establece la constitución de Montecristi, engendro maléfico que ha coartado las iniciativas para salir adelante. No permite la inversión nacional y extranjera; garantiza el ingreso de delincuentes a propósito de la ciudadanía universal; el invento de los “territorios” que no es sino una forma de dar al traste con el estado unitario. Que baje el IVA, es otra de las propuestas adefesiosas, y que se suba el salario mínimo a 650 dólares.

Cabe entonces preguntarse: ¿qué diálogo se puede dar ante tantas absurdas y ridículas pretensiones? Una sociedad que no respeta, acata y cumple la ley, está condenada al caos y a la anarquía, dando cabida a verdaderas hordas de salvajes que la azotan; son turbas indisciplinadas y violentas que harán toda clase de actos para provocar caos, tratando de terminar con la democracia. La gente está cansada de que primitivos y violentos no dejen trabajar, impidan el libre tránsito y destruyan todo lo que está a su paso para seguir con el paro.

El diálogo es el mecanismo civilizado y democrático para resolver problemas; significa tratar de acercar posiciones y llegar a puntos de coincidencia. Más, éste opera entre pares que buscan objetivos comunes de bienestar para la población, escenario que penosamente no se da: es imposible conversar con gente asociada a organizaciones criminales y terroristas. Hay que seguir atendiendo los requerimientos de las bases que a Vargas e iza no les interesa. El 22 de octubre, luego de 31 días de impedir la circulación, afectando a toda una importante provincia, se ha anunciado el cese del paro ¿Hasta cuándo será?

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