Día de Acción de Gracias en español. Los creyentes que habitan los Estados Unidos de Norteamérica lo celebran con devoción, formalmente desde 1.863 cuando el presidente Abraham Lincoln lo instituyó en el cuarto sábado del mes de noviembre, para agradecer al Altísimo por las bendiciones recibidas y la unidad del país, que atravesaba la Guerra Civil.
Antes de esta formalización, se dedicaba un día especial desde el primer año en que los peregrinos que llegaron de Europa a colonizarla, sobreviviendo un crudo invierno con ayuda de los nativos americanos que les enseñaron a cazar, pescar y trabajar la tierra. Aquellos, les convidaron a participar en una cena con pavos originarios de México, llevados a Europa y traídos a América. Los aborígenes ya hacían una acción de gracias, a su manera, como con la danza del maíz verde, en agradecimiento por las cosechas.
Esta celebración de raíces espirituales, especialmente protestantes que son muy difundidas en USA, ha calado profundo hasta convertirse en la celebración de mayor trascendencia en el año para los norteamericanos e incluso para los migrantes. Supera en importancia al día de Navidad, destacando su arraigada tradición de reunir a toda la familia, cuyos miembros deben hacer lo imposible por llegar a casa de sus padres junto a su prole.
Se ha convertido en la fecha de mayor movilidad terrestre y aérea del año. De ahí que el presidente Trump debió lograr un acuerdo en el Congreso, a cualquier precio, para desbloquear la aprobación del presupuesto de 2026 luego de 40 días de paralización del gobierno federal, que impedía pagar a los empleados públicos federales. Los aeropuertos se quedaban sin operadores de las torres de control, provocando la cancelación de miles de vuelos en vísperas de esta celebración.
Esta masiva demostración de fe evidencia una de las fibras íntimas de quienes adoptaron la tierra de los Piel Rojas, Cherokees y otros, para convertirla en su país. El sueño que les atrajo fue la “libertad” ofrecida, que se mantiene como la más importante característica de Gringolandia, convertido en la mayor potencia mundial. Todo el país se paraliza los días domingo, en que una basta mayoría de creyentes asiste al templo de su preferencia, dedicándole alrededor de tres horas para ejercicios espirituales que culminan con el servicio religioso. En una ceremonia especial, el Presidente de la Nación “perdona” de ser horneado a un ejemplar escogido por sus cualidades.
Para celebrar, se ha enraizado la costumbre de servir pavo, asado u horneado, acompañado con deliciosos platillos especiales para la ocasión. Destacan el puré de patatas con gravy (salsa), pan de maíz, gelatina de arándanos, patatas dulces (camote), pastel de calabaza y de nuez pecana. La alegría inunda todos los hogares que en unión espiritual expresan con sentimiento su agradecimiento por la familia que tienen y las bendiciones recibidas.
Probablemente es la más destacada manifestación del espíritu “americano” (norteamericano) que se arraiga cada vez más. Quizás le sigue en relevancia la pasión por el deporte, que se cultiva desde los primeros años de vida de los tiernos ciudadanos y migrantes que destacan en muchas disciplinas. Son estas profundas convicciones que todo mandatario debe respetar y fomentar, so pena de ser marginado de sus pretensiones. La celebración une a creyentes de todas las religiones y no creyentes.
Bien vale meditar en la humildad que lleva a los habitantes del país del confort y de los mayores ingresos per cápita, a dedicar un día al año para cultivar la unión familiar alrededor de la fe. No nos vendría mal emular esta costumbre, adaptada a nuestra cultura, para unirnos alrededor de las bendiciones recibidas en este bello país.
¡DEMOS GRACIAS!