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Este 16 de noviembre, los ecuatorianos tenemos un encuentro con la historia: acudiremos nuevamente a las urnas para decidir cuestiones de interés para la democracia y el futuro mismo del Ecuador. El tema sometido a consulta popular tiene que ver con lograr una nueva carta fundamental del estado, habida cuenta del fracaso de la constitución del 2008 que eliminó de un tajo el estado de derecho, abrió el camino para el abuso, el ingreso discriminados de muchos extranjeros, sin exigir su pasado judicial, entre otros. Asimismo, con la responsabilidad que debe caracterizar a los ciudadanos, tres preguntas serán respondidas en referéndum.

Como sabemos, la actual constitución no permite el establecimiento de bases militares. Esta prohibición fue parte de los absurdos de los creativos revolucionarios del socialismo del siglo XXI, dando como consecuencia el retiro de la base de Manta. Esta medida contribuyó a impedir el control del narcotráfico que, por añadidura, aumentó la violencia. Con la pregunta, ¿está usted de acuerdo con que se elimine la prohibición de establecer bases militares extranjeras…?, la ciudadanía, con el SÍ, dispondrá que retorne el apoyo internacional para que el estado recupere su capacidad de ejercer soberanía en todo el territorio nacional, velando por la seguridad de todos los ecuatorianos.

Ha sido permanente el cuestionamiento de la gente que el estado entregue recursos económicos a los partidos y movimientos políticos para que realicen campaña electoral. Los únicos beneficiarios han sido los gerentes propietarios y una suerte de arlequines aplaudidores que han lucrado de estas prebendas sin beneficio de inventario. Esto permitió que aparezcan más de 250 entidades politiqueras, sin ideología, declaración de principios, número suficiente de afiliados, para lograr “meter” algún asambleísta o concejal y negociar mayorías en el parlamento o municipios. Con el SI, se eliminará de la constitución de Montecristi, esta perversa obligación. Se buscan partidos serios que asuman sus responsabilidades.

Estamos convencidos de la necesidad de reestructurar la función legislativa tanto en número como en la calidad de sus integrantes. El exceso de asambleístas del actual parlamento no asegura tener leyes adecuadas y compatibles con las necesidades de la sociedad. Sus integrantes provienen de movimientos y partidos políticos nada estructurados y sus cuadros se llenan de gente mediocre, incluso inculta. La pregunta: ¿Está usted de acuerdo con reducir el número de asambleístas…? Con el SÍ, se posibilitará que lleguen a puntos de coincidencia de manera óptima y transparente; habrá mayor debate para el tratamiento de los proyectos, y, por fin, los partidos y movimientos se verán presionados a escoger mejores y más preparados cuadros.

Como nunca, nuestro Ecuador está viviendo una época de definiciones; como se dice “a grandes males, grandes remedios”: implica adoptar decisiones significativas ante la crisis profunda. Es la hora del SÍ, es el momento de la ciudadanía, es la oportunidad magnífica que nos ha dado la historia para retornar al estado de Derecho.

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