Historiadores serios aseguran que don Ramón proviene de uno de los próceres de la Independencia más respetados del país, se trata de Don Pablo Barba, a quien se le exige en Latacunga en agosto de 1815, entregue dos mil pesos para apoyar a las tropas realistas, a lo cual, ante su negativa, se le embargaron sus bienes por tal valor, sin ser éstos rematados, sin embargo, dejó cuantiosa fortuna para la causa libertaria; a poco tiempo de esta penosa acción, falleció, muchos descendientes y familiares disfrutaron de su legado hasta bien entrado el siglo XX. No está demás señalar que se debe a don Pablo Barba la construcción, desde sus cimientos, de la iglesia de la Merced de Latacunga y que sus hijos, los clérigos José y Alejo la completaron en su adorno y decoración interior.
Don Ramón Barba Naranjo, fue hijo de don Miguel Barba y de doña Bárbara Naranjo Jácome, esta última hermana de don José María, tronco familiar de prestigiosos valores humanos en Latacunga, todas éstas, familias respetadas del cantón Pillaro, donde nació don Ramón hacia 1865.
Su vinculación con Latacunga era evidente, aquí se educó y formó buena parte de su niñez, viajó a Quito a completar su formación y pronto dedicó su tiempo a actividades comerciales. En efecto fue un reconocido comerciante, importador y hombre público en la capital, su economía le permitió inclusive, que para el diseño y construcción de su residencia en pleno centro de Quito, contratara los servicios profesiones del afamado arquitecto italiano Francisco Durini Cáceres, residencia ubicada en las calles Venezuela y Espejo, casa que dio inicio su construcción en mayo de 1905, ésta tenía dos patios interiores iluminados por techados de vidrio, inaugurada esta “Casa Comercial” y de vivienda en 1907, dos años después funcionó allí el Grand Hotel Europa.
Lo cierto es que la casa de don Ramón Barba Naranjo tenía servicio de habitaciones individuales y para familias, según el anuncio publicado en la Guía Comercial e Industrial del Ecuador en 1910, donde constan más datos de aquella.
Como ya se mencionó, don Ramón fue un acaudalado comerciante e industrial, un ejemplo de lo dicho es su campo accionario en la Compañía de Minas de Lignito, establecida en 1909 y que tenía un capital de 400 mil sucres y entre sus directores consta su nombre junto al de Carlos Pérez Quiñones o Modesto Sánchez Carbo entre otros.
Su prestigio le llevó además a ser un respetado político liberal, para esto nada más un ejemplo, fue muy allegado al Gral. Eloy Alfaro, es más, consta su firma y rúbrica en el pronunciamiento que hizo la ciudad de Quito en 1895, a sus treinta años apenas, cuando se pidió la Jefatura Suprema para el citado Gral. Alfaro Delgado y dio inicio, de manera efectiva el gobierno de la llamada Revolución Liberal, hay que mencionar además que le acompañó entre las primeras y más importantes firmas de esta adhesión un latacungueño (entre otros), como fue el respetado jurista Manuel Eduardo Escudero Viteri, varias veces Presidente de la Corte Suprema de Justicia y Rector del Instituto Nacional Mejía, en fin allí constan las rubricas del Dr. Luis Felipe Borja, Belisario Calisto y muchos, muchos más.
Don Ramón acompañó a los liberales en sus más importantes acciones políticas y de lucha ideológica, su nombre consta entre las campañas más relevantes, desde finales del siglo XIX e inicios del XX.
Respecto a sus propiedades, no solo se ubicaron en Quito, sino además en las provincias de Tungurahua y Cotopaxi, en lo que respecta a la nuestra, tenemos la hacienda “La Compañía” y su anexa “Bellavista”, propiedades que las heredó su esposa doña Dolores Josefina Burbano, con quien no tuvo descendencia, ella fue quien recibió en 1932 la cantidad de 10 mil sucres por aquellas tierras, para luego ser éstas las que, de su producto económico se viera beneficiada la educación técnica en Latacunga, inicialmente la Escuela de Artes y Oficios, luego en conjunto, desde 1942 la Fundación “Vásconez Gómez” y pronto el colegio que lleva su nombre desde 1963, en efecto, recordemos que con el dinero del filántropo latacungueño Rafael Vásconez Gómez se construyó la edificación del colegio en mención en la década de los años 50 del pasado siglo. Por ello, aquel edificio debería llevar el nombre de su benefactor, es decir “Edificio Rafael Vásconez Gómez” a quien Latacunga le debe tanto; en fin, cabe decir que se unieron dos disposiciones económicas importantes, la de los señores Barba Naranjo y Vásconez Gómez, para el beneficio de la educación técnica en Latacunga, un ejemplo más de filantropía, digna de ser conocida y comentada.
A la suma de cien mil sucres entregada por el Sr. Vásconez Gómez, la Cámara del Senado, en octubre de 1942, adjudica a la Fundación, un terreno de una hectárea mas o menos, al sur de la ciudad (frente a Artesanos de León, que luego fue la primera sede del Colegio Barba Naranjo), para la construcción de una Escuela de Artes y Oficios, que no se llegó a constituir, pero sí, años después, el Colegio Técnico que todos conocemos; adjudicó además el Senado, la cantidad de 287.500 sucres, que adeudaba el Fisco al Municipio de Latacunga, según Decreto Legislativo de 11 de Noviembre de 1938, en concepto de indemnización del valor del edificio que destinó el Estado para cuartel y que perteneció a la antigua Escuela de Artes y Oficios de Latacunga (Espel). Hay otras disposiciones menores en el Decreto que por hoy no se hacen conocer.
Finalmente, hay que señalar que la fortuna de don Ramón Barba Naranjo fue, sin lugar a dudas, el tenebroso y macabro motivo para que un familiar suyo muy cercano, un sobrino exactamente, cometiera la peor de las acciones contra ser humano alguno, un asesinato, quizá con el solo afán de apoderarse de ella sin más ni más, este hecho ocurrió en pleno día en la Estación del Ferrocarril en la población de Lasso, en sus andenes fallece alevosa y cobardemente asesinado don Ramón, cuando no cumplía sus 50 años de edad, era agosto de 1914.
Para 1915 el Cabildo de Latacunga, tiene conocimiento del tratamiento de la testamentaria del don Ramón Barba Naranjo, en lo correspondiente a su última voluntad de fundar en esta ciudad una Casa de Artes y Oficios, asunto por el cual tuvieron que pasar muchos años para que de una u otra forma se haga efectiva esta disposición, al menos en lo referente a educación técnica, sino en artes y oficios, denominación de aquellos años.
No se debe confundir con la Casa de Artes y Oficios que inauguró en mayo de 1906 el Gral. Eloy Alfaro en Latacunga, patrimonial edificación donde actualmente funciona la Universidad de las Fuerzas Armadas.
El retrato de don Ramón Barba Naranjo, fue mandado a trabajar por el entonces rector del colegio Vicente León Dr. Marco Tulio Varea Quevedo, hacia 1925, al artista quiteño Rafael Salas Ocaña, quien vivió en Latacunga por algunos años, siendo recibido por las madres Betlemitas y contratado para elaborar cerca de 50 retratos de personajes de la historia, entre ellos, el del ilustre pillareño, retrato que cuelga en el rectorado de la institución que lleva su nombre desde 1963, cuando se nombró primer Rector al Sr. Rodrigo Iturralde Darquea.
Presidente de la Fundación mencionada era el Sr. Francisco Sandoval Pástor, quien en marzo de 1965, solicita al Gobierno el apoyo correspondiente para solventar los gastos respectivos, pues el arrendamiento de la hacienda propiedad de la Fundación, solamente reporta 130 mil sucres anuales, y se requerirían, por lo menos unos 230 mil sucres, para gastos institucionales; además, le escribe el Sr. Sandoval al Contralmirante Ramón Castro Jijón, que el Colegio tiene dos especializaciones iniciales: Mecánica Industrial y Mecánica Automotriz, con 54 alumnos en la primera y 41 en la segunda. No se nombran a las especializaciones de Electricidad y Ebanistería y luego Técnica Industrial.
Debemos entonces incorporar a la gran lista de filántropos latacungueños, el nombre de don Ramón Barba Naranjo, quien de manera visionaria e inteligente, se acordó de su tierra adoptiva para que allí se fundara una Escuela de Artes y Oficios, sin duda, para que la niñez y juventud tuvieran el porvenir que él siempre soñó. Latacunga y la cultura histórica le deben a don Ramón Barba Naranjo un serio y completo estudio biográfico, para que su vida y acciones, tengan eco en las actuales y futuras generaciones. Su legado no será olvidado nunca.
El Colegio que se creó por Decreto de 8 de marzo de 1963, se nacionalizó el 30 de julio de 1965; en su trayectoria se le reconocen algunas categorizaciones importantes, por ejemplo, se sabe que en 2003 tiene la calidad de Instituto Tecnológico, con varias carreras técnicas de gran relevancia.
Finalmente, según el libro por el cincuentenario institucional, la primera promoción de bachilleres, llamados en aquel año lectivo 1967-1968, “Prácticos en Mecánica Industrial” y ”Mecánica Automotriz”, fueron los caballeros: Cuito Portilla Rafael, Rocha Romero Pedro Edmundo y Rojas Alajo Nelson Guillermo, el mejor estudiante (Industrial); Almache Crespata Cornelio, Cajiao Ortega Héctor Germánico, Iza Hidalgo Segundo Enrique Alberto, Mesías Villavicencio Segundo Emilio, Naranjo Cruz Willer Heriberto, Proaño León Jorge Arturo, Quishpe Enrique Alberto, Santacruz Bastidas Segundo Emiliano y Torres Barthelotti Jorge Arquialdo (Automotriz).
Un saludo a los “ramoncinos” de siempre, institución que además tiene otro local al sur de la ciudad, sector Niágara, en terrenos que fueron de la familia Rojas Adatti, donde se construyó, años atrás, una amplia sede con los espacios suficientes para educación técnica y deporte.
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