Con mucha expectativa, los ecuatorianos hemos esperado que la economía reaccione, luego de cinco años desde que se declaró la pandemia, paralizando las actividades y sumiendo a la población en un desconcierto que no termina de pasar. Parece que, por fin, el aparato productivo nos da señales de reactivación, particularmente el sector exportador privado. Para evidenciarlo, es necesario recurrir a las cifras objetivas comparativas con periodos anteriores. Es menester recordar que el único acuerdo de libre comercio firmado en la década del boom petrolero con la Unión Europea, entró en vigor en enero 2017. Las cifras demuestran el rotundo éxito que ha tenido en las exportaciones, no solamente de las grandes actividades agrícolas y de pesca, sino impulsando la pequeña industria y los emprendimientos comunitarios y unipersonales.
Se han registrado 450 nuevas empresas exportadoras, generando más de 25.000 nuevas plazas de empleo de calidad, ofertando más de 190 nuevos productos que incluyen frutas, concentrados y jugos, grasas y aceites de pescado, suplementos alimenticios, flejes de madera, maíz dulce, maní y aguardiente. Lo penoso es el tiempo perdido, por sesgos ideológicos, pues el tratado de libre comercio con USA estuvo listo para su firma en 2007, mientras que Colombia y Perú suscribieron el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea en junio 2012. Nuestro ingreso estuvo sujeto a la aprobación de los dos países. En resumen, Ecuador perdió las oportunidades de crecer en los mercados emergentes, impulsando un modelo obsoleto de sustitución de importaciones que empezó a cambiar lentamente en el gobierno de Lenin Moreno.
Se han sumado otros acuerdos impulsados por Guillermo Lasso, como con China, que dará sus resultados en este año. Por el lado de Estados Unidos, el gobierno está buscando negociar individualmente, como le gusta al presidente Trump. Se anuncia un posible acuerdo par reducir la tasa arancelaria anunciada de 15%, con lo cual se equipararían las condiciones de competitividad con nuestros competidores. Estos acuerdos, además de incrementar las exportaciones ecuatorianas, inclinan la balanza comercial a nuestro favor, fortaleciendo la dolarización, pero además generan un marco legal estable, incentivando nuevas inversiones privadas en el corto, mediano y largo plazo.
Fruto de estos cambios finalmente alcanzados, observamos con mucho optimismo que las exportaciones totales en los cuatro primeros meses de este año alcanzaron 12.191 millones de dólares, 11% superiores al mismo período 2024, de los cuales los productos no petroleros y no mineros sumaron 8.195 millones de dólares, 24% de incremento sobre igual período del año anterior y 67% de las exportaciones totales. Las exportaciones petroleras apenas alcanzaron 2.877 MM. De las distintas a las petroleras y minerales, 51% son de origen agrícola y agroindustrial, que crecieron 35% sobre el mismo período del año anterior, mientras que 40% corresponde al sector acuícola pesquero.
Deben destacarse los productos estrella como el camarón con 2.582 MM, un incremento de 19%; cacao y derivados con 1.623 MM, creciendo 100%; banano con 1.515 MM con incremento de 12%. Europa se convirtió en el primer destino para las exportaciones no petroleras y no mineras, alcanzando 2.067 MM, creciendo 33% sobre los cuatro primeros meses de 2024. Le sigue Estados Unidos con 2.065 MM, un incremento de 40%. China importó 1.169 MM que representa 4% de crecimiento. Estos tres países representaron el 65% del valor exportado de productos no petroleros ni minerales.
En resumen, los productos ecuatorianos han demostrado tener calidad internacional, resultado del adelanto de los sectores agrícola, manufacturero, pesquero y artesanal. Evidencia la disponibilidad de recursos humanos y naturales para producir productos de alta calidad. Nos queda el resto del planeta para incursionar. Únicamente falta la decisión política para definir el modelo de crecimiento hacia afuera con apoyo de todos los sectores.
¡TODOS A EXPORTAR!