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El 1 de mayo de 1928, el presidente Isidro Ayora inauguró la “Caja de Pensiones”, que fuera recomendada por la misión Kemmerer, que fuera contratado por el Ecuador en 1926 para crear el Banco Central, la Superintendencia de Bancos y la Contraloría General del Estado. Esta novedosa institución se creaba con la sana intención de brindar protección social a los trabajadores del sector público y privado ofreciendo seguros de salud, pensiones y otros. En 1963 se fusionaron la Caja de Pensiones y la Caja del Seguro en la Caja Nacional del Seguro Social, para finalmente constituir el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social IESS en 1970.

El objeto del seguro social es la protección de los trabajadores que se agrupan en busca de asistencia médica por un lado y una pensión jubilar por otro lado, con aportes del afiliado y el empleador. El seguro de salud opera bajo el sistema de “prepago”, es decir los servicios ofrecidos al afiliado deben ser pre pagados mensualmente, tal cual ocurre con servicios de internet o telefonía. Si deja de pagar, deja de recibir esos servicios. La sumatoria de todas las aportaciones determina hasta donde puede el IESS pagar por costos de la atención médica. En 1970 se establecieron los parámetros técnicos para estimar la demanda de servicios que tendría la institución, y los respectivos costos en general.

Es evidente que estos costos deberían ser inferiores a los aportes generados. Caso contrario, se produce un “déficit”, que a su vez impone a los administradores que limiten la disponibilidad de los servicios, hasta donde alcancen los recursos. El IESS no tiene otra fuente de financiamiento en salud. Tampoco cabe duda que el costo de equipos y medicamentos se eleva de manera incontrolable en el mundo. Los cálculos que se hicieron hace 55 años ya son obsoletos, mientras que los aportes se mantienen. El presupuesto para atenciones médicas para 2025 es de US 1.576.5 millones de dólares.

El ex presidente José María Velasco Ibarra, en 1968 creó un “plan piloto del seguro social campesino” que ahora bordea los 350.000 afiliados, subsidiados por los afiliados, quienes deben compartir los servicios. Finalmente, el gobierno del SS XXI alegremente le impuso al IESS dar cobertura a los dependientes de los afiliados, con un aporte simbólico. Los servicios deben compartirse con subsidio de los afiliados. Gracias a esta generosidad con beneficios políticos, el número de aportantes es apenas 3.8 millones, mientras el número de beneficiarios es de 8.4 millones. Significa que la institución carga con 4.2 millones de auténticos “pavos” subsidiados por los afiliados, y no por el Estado, que debería otorgar esa cobertura como lo manda la Constitución.

¿Para quien sería una sorpresa entonces, que si cada día suben la demanda por servicios de salud y los costos de estos servicios, entremos en un círculo vicioso que se evidencia en la falta de medicamentos, personal médico, equipos, etc. que crece al calor de los discursos políticos de una clase política que se niega a resolver estos problemas de fondo.?

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