UN CHAGRA EN FIESTAS DE QUITO

“Las opiniones publicadas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan la opinión de la Asociación de Cotopaxenses Residentes en Quito. Todas las opiniones han sido publicadas con la expresa autorización de sus autores.

Para una chagra como yo, venir a las fiestas de Quito desde Latacunga, allá  por los años de 1975, era todo un acontecimiento, objetivo principal: el Amazonaso, el Chavezaso y la Feria de los Toros “Jesús del Gran Poder”, la más famosa de America y una de las sonadas en el mundo de la tauromaquia.  Movimientos previos eran los contactos en la capital a fin de asegurar la familia adoptante que se haría cargo de no uno, sino varios huéspedes chagras que viajaban para  los festejos, las gestiones y palanqueos se realizaban con anticipación, ya que la diversión estaba asegurada, por lo que la demanda de “alojamiento” no era poca.

Para dilucidar esta practica, podría decir que en la capital los “quiteños de cepa” son pocos, ya que los nacidos en Quito, en su mayoría tienen ancestros chagras, por lo tanto no era dificil conseguir hospedaje y comida,  la mayoría de habitantes de la capital,  a través de los años  se han trasladado por diferentes razones, principalmente por estudios desde las provincias, así como desde otros paises, de Latacunga aún más por su cercanía; y, la Carita de Dios siempre los acogió y hasta hoy lo hace con cariño a quienes llegan a ella. Levanto la mano, una de esas chagras soy yo, que vine a estudiar en la Universidad, ya hace más de 4 décadas, de tal manera que me he  “quiteñizado de a poco”, logrando querer a la capital de la misma manera que a la patria chica que me vio nacer.

Allá por la década de los años setenta, constituía viaje obligatorio a Quito para asistir, a por lo menos una corrida de toros. La alegría de la Plaza de Toros, -llena hasta las banderas- era inigualable, la fiesta taurina, con su música, colorido y gente de  todas las latitudes, se convirtió a través de los años, en la principal atracción de las fiestas decembrinas, las lindas mujeres, elegantes caballeros,  los diferentes atuendos, los sombreros que en su mayoría eran de estilo “cordobés” complementaban el esplendor del espectáculo, así que quienes acudíamos a la plaza,  debíamos estar acorde a las circunstancias, sombrero cordobés en mano y del brazo  de mi madre, disfrutábamos de la Feria en la emblemática Plaza Toros Quito en donde toreaban los toreros más famosos del mundo. Vale decir que las fiestas quiteñas perdieron mucho, cuando se suprimió el espectáculo de la tauromaquia, que no solo era la corrida en plaza, sino que siendo ésta una fiesta ibérica por excelencia, se desplegaban una serie de espectáculos españoles, cantantes y bailes flamencos principalmente,  pues es innegable la influencia española en la identidad de nuestras ciudades y pueblos,  inclusive en la infraestructura de las urbes, no se diga  en la ciudad capital.

Ya entrada la noche, las fiestas barriales, con orquesta  y en las calles, eran la atracción principal. Ahí confluían, todos los de la vecindad y los “afuereños” que se sumaban, en una sola fiesta, un  solo baile y una sola “jorga”, sin diferencia de clases sociales ni económicas, simplemente para divertirse, en ese tiempo se lo hacia más sanamente y con más tranquilidad.

Chagra que se respetaba tenía que asistir a alguno de los festejos de la quiteñidad y había muchas celebraciones, no faltaba donde quedarse y todo era novedad, además, era una oportunidad, en la que se  iniciaban amistades y noviazgos.

Las fiestas de Quito han ido cambiando en el transcurso del tiempo, pero lo que continúa siendo una constante, es que Quito, acoge a propios y extraños con el mismo calor de siempre y los quiteños sea por nacimiento o de corazón tenemos que unirnos para que la capital continúe siendo la ciudad hermosa y admirada por quienes llegan a conocerla, se enamoran de ella y se quedan para siempre. 

Que ¡Viva Quito! de todos; y, de los chagras también.

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