Consultar al pueblo es una cuestión de sobrevivencia, de cara al futuro. Estamos abocados a decidir cuestiones de importancia suprema para el país, a pesar de las piedras que ha puesto en el camino la inefable Corte Constitucional (CC), misma que ha venido apelando a purismos jurídicos en sus interpretaciones y fallos, olvidando que el derecho, como ciencia, es cambiante: debe adecuarse a las circunstancias que enfrenta la sociedad. Dicho ésto, nos preguntamos, ¿porque queremos una asamblea constituyente?
Es simple, porque se debe echar al cesto de basura -de la infinita torpeza-, a la constitución del 2008. No fue elaborada propiamente por ecuatorianos dado que asesoraron españoles izquierdosos que reportaban y daban cuenta únicamente a los mandatos del socialismo del siglo XXI y a Chavez. Los correistas de mayoría en Montecristi fueron unos simples levantamanos que no sabían por donde mismo venían los tiros. Los pocos que se oponían no tuvieron eco y apoyo. Es más, la que se publicó en el Registro Oficial no era la que se aprobó, según denuncia pública del abogado León Roldós, realizada en su oportunidad.
La violencia comenzó a raíz de haberse aprobado la famosa “ciudadanía universal” que provocó el ingreso al país de gente, por lo general indeseable, sin consultar sus antecedentes, dando cabida a la creación de grupos violentos que fueron permeando e infiltrando la ideología socialista en varios sectores de la sociedad. Esta es una realidad, al punto que, por las evidencias, fueron declarados grupos terroristas de interés para someterlos a la ley, que es lo que corresponde.
Haber consagrado al Ecuador como un Estado social de derechos, fue una tontería colosal puesto que generaba discrecionalidad absoluta a través de políticas públicas que emanan del ejecutivo, sin velar por la juridicidad de las mismas y más bien acatando necesidades ideológicas. Los derechos que todos deseamos para la sociedad son: a la vida, a la libertad y a la propiedad. El derecho que destaca para mantenerlo es el relativo a la naturaleza; más, los demás resultan etéreos, nada sustanciales, que crearon distorsiones y expectativas sociales.
Un estado de derecho requiere de tres funciones: legislativo, ejecutivo y judicial. Así funcionan los países de manera eficiente, con pesos y contrapesos y cada una de ellas con funciones y competencias exclusivas y excluyentes. El haber creado, por ejemplo, el CPCCS fue una absoluta aberración que causó muchos problemas y corrupción, aparte de los arreglos bajo la mesa para que sea el ejecutivo el que lo controle a su discreción. Debilitó la obvia facultad de la función legislativa para nombrar a los funcionarios de los organismos de control.
En cuanto a la denominada plurinacionalidad, ésta no termina por adecuarse a la realidad del estado-nación, por contrariar la unidad territorial. Debemos enfatizar que solamente hay ciudadanos de nacionalidad ecuatoriana: no hay otros que tengan tal vínculo jurídico. Lo que existe en el país son diferentes etnias, con identidad cultural compartida por lengua, ascendencia y costumbres. Por tanto, lo que corresponde es el reconocimiento de la pluriculturalidad y multiétnica.
Retornar a la Corte Suprema de Justicia (CSJ), en lugar de la Corte Nacional, es vital para la seguridad jurídica y unificación jurisdiccional; las atribuciones de la CC deben pasar a integrar una de las salas especializadas de la CSJ. Esta función requiere un cambio sustancial tomando en cuenta que todos los esfuerzos realizados para combatir la delincuencia se han visto truncados por decisiones de fiscales y jueces que no castigan como se debe los actos delincuenciales.
En lo relativo a la economía, se precisa ordenar las nomas para garantizar la inversión nacional y extranjera, así como redefinir el rol de los denominados “sectores estratégicos”, dado que su manejo estatista ha significado robos y latrocinios. Se requiere un estado que limite su rol a garantizar la propiedad privada y los derechos individuales, garantizando la competencia justa y el mercado libre, evitando monopolios.
Por todo esto y más, el SI es lo recomendable.