La oración es una obra de elocuencia, razonamiento pronunciado en público a fin de persuadir a los
oyentes a mover su ánimo. Algunas oraciones toman nombre de su asunto o de la ocasión en que se
pronuncian. Las hay deprecatoria (de súplica o ruego), fúnebre, mental, inaugural, dominical, etc., etc., sobre esta última es que leeremos un comentario muy interesante, que publica en la afamada Enciclopedia Espasa Calpe, tomo 40, páginas 9 a 11, disfrutémosla. Los términos resaltados son del suscrito.
ORACION DOMINICAL
Es la oración de Padre nuestro, llamada dominical, por haber sido dictada por el mismo hijo de Dios, el
Señor, Dominus, (…..). Es, por consiguiente, la fórmula, no solo más excelente de todas, pero aun perfecta de la oración vocal, siendo de maravillar como en su brevedad puede contener, como contiene en efecto, todo lo que puede para los hombres ser materia de oración. Su disposición es no menos admirable.
Comienza con una invocación preámbulo: Padre nuestro, que estas en los cielos, con la que, además de excitar a los hombres a la confianza y caridad divinas, llamado Padre a Dios, y al amor fraternal al decir nuestro, de todos los hombres, hace que levanten, de lo terreno y caduco su espíritu con aquellas palabras que estás en los cielos, considerando a Dios en su estado sublime de eterna felicidad, en absoluto muy otra, muy mas alta que todo lo de acá.
Estas palabras enseñan también a los pueblos recién convertidos de la idolatría a no buscar en objetos
materiales ni en imágenes o estatuas la morada de su Dios, conforme la superstición pagana lo enseña.
Síguense luego siete peticiones.
Con la primera, santificado sea el tu nombre, órasepor la glorificación del mismo Dios, suplicándole haga sea cada día más conocida y honrada su soberana majestad.
Con la segunda, venga a nos tu reino, enlaza lógicamente, con la primera en razón de consecuencia, pide el que lo recita que se les conceda a él y a todos a su tiempo el ingreso en el Reino de Dios, que esta sobre la humanidad, o seaen el cielo de los bienaventurados, y la dilatación del que está entre los hombres, esto es, la verdadera y única Iglesia de Jesucristo, y que se les infunda el que está en el interior de los justos: la gracia santificante.
Y de aquí la tercera petición: hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, por la que se expresa el deseo de obtener de Dios el auxilio de la gracia para cumplir y conformarse con que se cumpla en sí y en todo el mundo la divina voluntad, de una manera semejante en cuanto a la prontitud y el gusto a como se conforman con ella los ángeles y bienaventurados del cielo, ya que esta conformidad con la divina voluntad es el camino único del Reino de Dios a nosotros, tanto mas recto y breve cuanto más perfecta es ella.
En la cuarta, el pan nuestro de cada día dánoslo hoy, se pide todo lo necesario así para el sustento de la vida del cuerpo como la del alma que es el estado de gracia. Hácese solo mención del pan, porque siendo éste el más común de los alimentos y, por otra parte, muy nutritivo y excelente, es el más apto, y ha sido siempre adoptado, para representar y simbolizar no solamente a todos los demás, pero aún a todo el conjunto de las necesidades de esta vida. Así, entre nosotros ganarse el pan es ganarse la vida, es decir, todo lo necesario para ella conforme al propioestado. También el pan, por razones semejantes a las anteriores, pero muy en particular por ser una de las materias de la Eucaristía, bajo cuyas especies se da realmente de una manera espiritual el manjar divino del Cuerpo y Sangre de Jesucristo, simboliza asimismo muy bien el alimento espiritual, que es el que en esta oración principalmente se pide; que si se busca éste, el Hijo de Dios se comprometió a dar “todo lo demás por añadidura” (….) y que es el que se reconoce necesario para la conservación y dilatación del Reino de Dios, que se acaba de pedir en la petición segunda, todo lo cual se confirma con el calificativo de sobresubstancial que explícitamente se halla en dicho pasaje en el Evangelio de San Mateo.
Quinta petición: perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Por esta petición enseñó a suplicar Jesucristo el perdón de los pecados, ingrato desperdicio, para los cristianos, el pan sobresubstancial, y ofensa de la Divina Majestad, pero esto de tal arte, que juntamente puso delante el mayor obstáculo que para poder impetrarlo había que ofrecérseles a los hombres, cual es el rencoroso o vengativo recuerdo de las ofensas que del prójimo se hubiesen recibido. De muchas maneras predicó el Hijo de Dios estepunto, en confesión de todos, uno de los mas admirables y excelsos de su doctrina, el perdón de sus enemigos, al cual presentó iluminado con particular luz en algunas de sus parábolas, como justa e indispensable condición para obtener del Juez Supremo la remisión de nuestras culpas; pero cuando con esta oración nos puso en la presencia de su Padre, y nos enseñó a rogarle, comprometiónos a este acto de exquisita caridad, recordándonos la obligación de perdonar cuando podíamos ser perdonados. Lo cual, además, atendiendo a la promesa divina “perdonad y seréis perdonados”, es argumento de gran confianza, de decisiva eficacia respecto del Padre justísimo para aquellos que de corazón perdonaren a sus enemigos (…..).
En la sexta petición, no nos dejes caer en la tentación, muy bien puesta después de haber reconocido la propia fragilidad, solicítase de Dios el beneficio, no precisamente de verse algún día libres de toda tentación, ya que sin ella no habría victoria, y sin victoria no hay gloria, sino solamente de aquellas particularmente religiosas en las que si se les pusiera a uno sucumbiría vencido. Un hombre sano levantará un peso, soportará un esfuerzo, con los que otro, enfermo, no podría.
Por fin, la séptima, más libranos del mal, ruega al Todopoderoso que nos libre de todo mal así espiritual como corporal: del hambre, de la peste, de la guerra, etc.; del pecado, de la pérdida de la gracia y de sus dones, de la eterna condenación.
Las siete peticiones, como se habrá observado, se dividen en dos partes: la que comprende las tres primeras se refiere a Dios; la segunda, constituida por las otras cuatro, a los hombres.
Esta oración termina con la palabra Amén, que aunque en las demás oraciones exprese una aspiración del alma, a que se haga conforme se ha pedido, así sea, en esta del Padre nuestro tiene mas bien, conforme lo declara el Catecismo Romano, el valor de una respuesta, dada en nombre de Dios, al que ora: en verdad tu oración ha sido oída.
Por esta razón en el Santo Sacrificio de la misa no la dice, como de ordinario, el acólito, o el pueblo, sino el mismo sacerdote celebrante, que allí representa particularmente al Hijo de Dios.
El Padre nuestro ha sido desde los primeros tiempos usado por la Iglesia en la misa y en casi todas las oraciones públicas.
El lector comprenderá que esta formidable explicación, del Padre nuestro, ha sido publicada hace casi un siglo, en tal virtud, dicha oración ha sufrido pequeñas modificaciones en cuanto a algunas palabras (modificaciones realizadas por el Catecismo Romano con el pasar del tiempo), por ejemplo: venga a nos el tu reino, hoy oramos: “venga a nosotros tu reino”; el pan nuestro de cada día dánoslo hoy, actualmente oramos: “danos hoy nuestro pan de cada día”; lógicamente, el sentido y composición es exactamente el mismo, sin modificación alguna en cuanto a la finalidad de la sagrada oración.
He querido dar a conocer esta singular explicación, pues a momentos, quizá no nos detenemos a preguntar o considerar la significación de esta hermosa composición divina, que, como queda dicho, ha sido la más usada desde los primeros tiempos.
Un momento de lectura religiosa nos engrandece sin duda, nos refuerza en la fe y nos acerca cada vez más al Todopoderoso; en estos tiempos tan difíciles que nos ha tocado vivir, la palabra de Dios es gratificante.
Con afecto y respeto.