La educación es la gran base de la construcción social, sin embargo, requiere un sistemático y dedicado esfuerzo, independientemente de las creencias políticas que la sustenten. Hay casos puntuales de formadores ejemplares que ven el cambio producido por el uso de la tecnología electrónica comunicacional como oportunidad.
Desde muy joven, el doctor Eduardo Salgado Enríquez, intelectual cotopaxense, visitaba las extensas tierras de la provincia. En el páramo de Chugchilán constató el desamparo de los niños campesinos. Esto lo motivó a crear proyectos de ayuda. Hoy es un profesional multifacético en ciencias y astrofísico que dedica gran parte de su tiempo a proyectos educativos a través de la fundación Innovaciencia.
Salgado es profesor universitario y consultor. Hace pocos días recibió un reconocimiento en España por su destacada labor, empeñada en que desde temprana edad aprendan ciencias los niños campesinos. Propone convertir el teléfono celular y las tabletas en aula para enseñanza de ciencias, tanto en quichua como en castellano; para ello cuenta con profesores quichuahablantes y a través de este mecanismo ofrece oportunidades de futuro a quienes viven en el campo.
Salgado ha realizado con éxito varios proyectos en diversos lugares del país. Sin embargo, a través de la fundación Innovaciencia, hoy busca los recursos para desarrollar el proyecto educativo en Cotopaxi y con este método integrar a los jóvenes mediante enseñanza de ciencias, como química, matemáticas, biología, etc., idea innovadora que de multiplicarse ayudaría a resolver parte de la problemática social.
Esfuerzos ejemplares como este ofrecen una visión diferente y lógica de cómo ayudar a quienes tienen menores oportunidades; sin embargo, esto deberá multiplicarse mucho y se requieren fondos. Con este enfoque es de esperar resultados diferentes. Este es un ensayo integral con lenguajes combinados quichua-castellano e instructores comprometidos con el cambio.