José Meythaler Quevedo (1933-2024)

“Las opiniones publicadas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan la opinión de la Asociación de Cotopaxenses Residentes en Quito. Todas las opiniones han sido publicadas con la expresa autorización de sus autores.

Hacemos, como nunca, un ejercicio de memoria para recordar la valiosa trayectoria de un gran latacungueño, como fue José Guillermo Meythaler Quevedo, que ha partido a juntarse con su esposa e hijo.

Descendiente de fundamentales familias en la historia social de Cotopaxi y el país, sus ascendientes paternos son alemanes en campos muy variados, desde un héroe de la guerra franco-prusiana, hasta un destacado cirujano, pasando por el apoyo tecnológico en la industria cervecera.

Si madre, doña Esther Quevedo fue nieta del fundador de la provincia, conocido jurista y político, es que los Quevedo fueron una excepción formidable en muchas actividades tan variadas como la jurisprudencia, la educación, la teología, la agrimensura, en fin, de un talento y vitalidad muy propio de los grandes.

Pepe, fue destacado en todas sus actividades, desde estudiante en el «Vicente León» hasta sus estudios de Ingeniería en la Universidad Central.

A sus actividades profesionales, se acoplaron desde mucho tiempo atrás las acciones en varias instituciones relacionadas con la cultura.

Se honraron en tenerlo en su seno, la Casa de la Cultura de Cotopaxi, de la cual fue su Presidente; la Sociedad Bolivariana de la misma provincia con reconocidas y magistrales oratorias.

Presidió la Asociación Universitaria de Cotopaxi. Representó a su provincia en calidad de Diputado; rector fundador del Colegio «Primero de Abril»; Concejal del Ayuntamiento de Latacunga; Gobernador de la Provincia de Cotopaxi.

Pepe dejó su ilustrado talento en muchas publicaciones, especialmente en el Periódico Cultural «Molinos Monserrat», del cual fue su fundador y director por muchos años.

Sin olvidarnos de su valioso paso por el Club Rotario de Latacunga, que lo presidió y dónde demostró, una vez más, su especial talento en la oratoria.

Dejó una herencia de intelectualidad a favor de sus conciudadanos, por los espacios donde transitó, dejó grata recordación, de manera especial por su clara ilustración, capacidad administrativa, consejo oportuno y claro.

Siempre admiré en él, su vasta ilustración, siempre aprendí de él, que la cultura debía ser lo que siempre nos mantendrá vigentes, y eso fue lo que justamente le sucedió a Pepe, ya que seguía siendo motivo de consulta, en temas apasionantes y tan variados como el taurino por ejemplo, y si de talento hablamos, Pepe fue un singular artista de la acuarela, actividad que la mantuvo hasta hace poco tiempo, dejando una verdadera galería de color y creatividad.

Vivió la vida intensamente, en la política dejó una huella imborrable, allí demostró respeto a su provincia, la defendió desde su clara inteligencia y nunca ofendió la palabra de nadie.

Pepe fue querido y respetado por quienes tuvimos el honor de conocerlo y tratarlo. En mi caso, me honró con su amistad, a pesar de nuestra diferencia generacional y mi cercanía a su digna familia por lazos de afinidad y consanguinidad.

El mejor ejemplo que nos legó fue su honestidad, probidad e inteligencia demostrada en la pluralidad de actividades en que lo conocimos.

Hoy nos deja físicamente, pero siempre lo recordaremos, siempre lo tendremos en mente, pues casualmente y para gloria personal, la vida me ha reservado seguir varias actividades de las que Pepe se destacó, dejándome varios ejemplos a seguir, y eso me llena de orgullo sinceramente.

Deseo con estas respetuosas expresiones, dejar constancia del gran respeto que siempre le guardé, ya que fue un especial amigo de mi padre, de quien Pepe se expresaba siempre con afecto.
Respeto que fue gradualmente en aumento, cada vez y cuando nos honraba en una reunión familiar, social o cultural, y es que fue en la Casa de la Cultura donde lo trate en profundidad, allí, conocí al hombre, al humanista, al artista, al orador y al amigo.

Gracias Pepe por todo lo que representó ante su ciudad, provincia y país, por todo lo que entregó en favor de los suyos.

Algún momento nos volveremos a juntar, por lo pronto, le dejo un «hasta siempre» y me cobijare de sus buenos recuerdos y acciones, lo recordaré con alegría, a pesar de la tristeza que me a causado su partida, seguiré pensando entonces que continúa comentando de arte, de historia y de política, por ello, reitero, seguiremos aprendiendo de usted.

Ilustro estás palabras, con el retrato que tuve el gusto de trabajar, para la galería de Presidentes de la CCE de Cotopaxi, último homenaje que lo realizamos hace pocos días.

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