La política es un teatro de marionetas. Los ciudadanos apenas advierten lo que se les presenta en la tarima, es decir los títeres, controlados por titiriteros que hábilmente controlan sus movimientos y expresiones, fríamente calculadas para presentar la comedia preparada para la ocasión. Por esto, no importa lo que transmite el muñeco de trapo, que no piensa, sino la intención de su maestro. Debemos entonces, identificar a quien está detrás de las cuerdas que controlan al muñeco y deducir sus verdaderas intenciones, que jamás serán transparentadas ante el público ingenuo.
Este teatro está alborotado en estos días, debido a la recta final de la campaña electoral. Gracias a la tecnología, este teatro es mayoritariamente virtual, lo que hace más difícil identificar a los autores de las obras que se montan. No hay reglas para respetar la privacidad de nadie. Las bombas que se lanzan, son mera ficción de mentes enfermizas que hacen daño a la comunidad y convierten la campaña en un campo de batalla, pretendiendo lograr sus objetivos a piedra y garrote virtual.
El más reciente escándalo, destapa la cloaca política que gira alrededor del centro del poder, inventado por el Socialismo el Siglo XXI en la Constitución de Montecristi del 2008, como quinto poder del Estado. Es el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, que debería contar con ciudadanos libres e independientes de cualquier partido político, elegidos democráticamente. La “joya de la corona” tiene bajo su responsabilidad nombrar “por méritos” a casi una veintena de autoridades de control. Se puede hacerlo con apenas 4 votos que representan mayoría. De lograrse la coptación de este ente, se garantiza la impunidad, nombrando autoridades de control incondicionales, que oculten su relación ilegal con el partido que les auspició.
Los titiriteros de esta danza de impunidad, ilegalidad y tráfico de influencias, han quedado al descubierto gracias a una acción oportuna de la Fiscalía General del Estado dentro de un proceso de indagación por el audaz asalto al CPCCS del grupo delincuencial denominada “liga azul” que, con todo desparpajo, se vistió de los colores de sus progenitores, RC5. Así lograban conectarse visualmente y obtener ilegítimamente el voto, en franca y alevosa contradicción con la prohibición impuesta por los mismos autores intelectuales en la Constitución vigente. Pero no hay crimen perfecto. A pesar de los infantiles seudónimos, encabezados por “ají con mote” (Rafael Correa) la trama quedó al descubierto, constancia de todo lo cual quedó grabado en el celular de “Mónica” un travesti político que dirigió la toma del poder que apenas duró pocas horas.
La Corte Constitucional ha actuado con mano dura. Con la ley en la mano, ha hecho respetar sus decisiones, incluyendo la destitución de los vocales del CPCCS por haber alcanzado su elección de manera fraudulenta. La Fiscalía adelanta las acciones penales que corresponden y esperemos que los jueces de instancia sancionen con el máximo rigor de la ley, este complot repugnante que ha escandalizado al país. Ha quedado en evidencia el apetito voraz del SS XXI de volver al poder a costa de lo que fuere y coptar las entidades de control para garantizar su IMPUNIDAD anterior y para los futuros actos de corrupción que tengan en mente.
A confesión de parte, relevo de prueba. Es decir, habiendo quedado en evidencia las maniobras realizadas por RC5 para lograr controlar el consejo de supuesta participación ciudadana y nombrar a sus fieles coidearios para ejercer funciones de control que les garanticen cuidar sus espaldas, no se necesitan más pruebas para otorgarles el puesto en la historia que merecen. Merecen el rechazo y desprecio nacional. Prohibido olvidar.
¡FUERA TITIRITEROS!