Aquellos lejanos territorios en el Pacífico, que por el azar del destino pasaron a ser dominio del Estado ecuatoriano, son actualmente asunto de persistente lucha por un colectivo que exige rectificación a las leyes del dominio marítimo que fueron modificadas para favorecer a terceros.
Apenas medio siglo que se hicieron cercanas, gracias a las iniciativas de emprendedores turísticos como Eduardo Proaño, y así aquellas crestas de una cordillera sumergida en el mar se convirtieron en el paraíso deseado por nacionales y extranjeros.
La historia de las islas Galápagos encierra narraciones misteriosas, gente que llegó allende los mares en busca del olvido, otra parte de la población tiene origen diverso, incluidos descendientes de quienes cumplían penas en esas islas, población que actualmente se dedica a la pesca, agricultura y turismo.
Su evolución como parte del país y el crecimiento poblacional, obligaron la protección de la flora y fauna con la participación de la Fundación Charles Darwin y el Gobierno. Su crecimiento como negocio turístico ha sido agresivo y, desde que la presión política obligó a CEPE-Petroecuador a crear bases de abastecimiento de combustibles, los vehículos y embarcaciones se multiplicaron en Santa Cruz y, de un primer hotel, estos se multiplicaron en diferentes escalas; a los más exclusivos llega gente rica y famosa en sus propias aeronaves y casi nadie los ve. Esta isla fue cedida como base norteamericana en la Segunda Guerra Mundial y hoy tiene una guarnición como ayuda contra el narcotráfico.
Los hoteles de lujo no pasaron cuando Febres Cordero los propuso; sin embargo, hoy estos ya están allí para quienes pueden disfrutarlo. También hay pequeños núcleos de población extranjera que se instalaron desde el siglo pasado, como también ocurre hoy pese a las restricciones legales.
Pastel que muchos devoran y que astutamente políticos modificaron leyes e inventaron “bonos verdes” para inversiones de “alta gama”. Lo malo es que el beneficio a la economía nacional no existe; quizá algo queda a la población originaria. La política y el narcotráfico contaminaron el paraíso.
Islas Encantadas