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El fin del año trae recuerdos de diversas características igual que alegría y esperanza de días mejores, así la memoria de aquellos seres a quienes conocimos, tanto en familia o como amigos, que adelantaron el viaje eterno, generan pensamientos matizados con el fuego que encendemos el último día.

Este 2024 dos amigos que llenaron plenamente el significado de la palabra partieron, sus vivencias de franca relación son inolvidables, los recordaré hasta el día que me toque, diferentes a aquellos que participaron de nuestro tiempo vital, por diversos y no expresados intereses.

Hay mucho escrito y cantado sobre la amistad, tuve suerte de percibir a plenitud ese sutil sentimiento que difiere de los lazos de sangre, donde la hermandad es obligatoria, por ello a los amigos de verdad siempre los recordamos y extrañamos hasta siempre.

Este año perdimos familia querida y amigos entrañables, que sin embargo nos abrigaron con el fuego presente del recuerdo en la última noche del año, aliviándonos del frío estival que nos embarga, pero al menos con energía eléctrica, así sentimos la nochevieja del año 24, rumiando recuerdos hasta el final del camino.

La suerte ayuda para tener otros amigos compañeros de viaje, cuya presencia nos alimenta y motiva, están presentes en el espacio tiempo y aun podemos disfrutar de su afecto y buena charla, por lo que el brindis de la noche va por ellos.

En la soledad interior siempre están presentes hijos y nietos, como amigos y amigas que vuelan con sus palabras y locuras por los caminos de nuestras neuronas y permanecen firmes sin caer en el abismo del olvido, donde ya nada es por eso la esperanza de tener amigos hasta el final es recompensa divina.

Razones sobran para que el sentimiento de amistad como hermandad sean temas muy circulados en los días festivos de alegría, como el fin de un año que se esfuma sin retorno y todo lo que paso bueno o malo ahí se fue, pero el recuerdo permanece hasta el final.

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