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Quiero introducirme en esta epifanía, con una reflexión a modo de plegaria, y expresar:

Acaso señor,
con tu llanto primero
despertaste
mi pensamiento
o perturbaste
mi débil pulso.
No sé si debo
seguir creyendo
en la navidad
de los sentidos
o acaso señor,
que naciste de la nada,
no tomar partida
hasta la muerte.
Yo sé que debo amarte,
porque navidad
sin tu presencia
no hay vida en esencia.

Navidad, quiere decir “Nacimiento del Creador”, la lengua inglesa lo tomó como “Nacimiento del Señor”.

En los cuentos de Charles Dickens, nos invita el autor sin tomar partida dogmática a reflexionar sobre nuestros valores y actitudes, a ser solidarios, más compasivos y felices. Nos recuerda que la felicidad es la del espíritu y no la del comercio, que el dinero no es lo esencial

Por lo tanto, el mensaje que nos deja navidad es tomado de los valores cristianos de caridad, compasión y el perdón. Añadiría solidaridad y equidad.

Qué sentido puede tener la filosofía o la teología, si el practicismo de la vida nos impone condiciones, qué sentido tiene el ser agnóstico o poco creyente, si no sabemos que convivimos socialmente entre gente sin sentido, ellos deben saber que la pasión de los creyentes es la fe de la razón, que la razón es la verdad, y ella la esencia. Como decía el sabio Espinoza.

Recordemos cuando niños, qué gusto el saber que en navidad vendría junto con el nacimiento de Jesús los tan ansiados regalos, en la esperada noche en que nadie pegaba los ojos a la expectativa de los cumplidos, cerrábamos los parpados de cansancio, pero de pronto despertábamos sonámbulos, y si, ya nos vencía el sueño, queríamos ver los dulces y los obsequios junto a los zapatos dejados al pie de la chimenea o en el recuadro de la ventana. Al amanecer o en el peor de los casos entrado el nuevo día, jugábamos y destruíamos juguetes hasta del amigo o con la pelota rompíamos los vidrios del vecino. Hoy, quizá estamos volviendo a recordar con nuestros nietos.

Esa era nuestra niñez, de cuento y de vida, de pantalones cortos y ruedas empujadas con alambre, pero había la otra cara que no queríamos ver, por ser de recelos y pobreza.

Pero hoy estamos para recordar y comprometernos a que la navidad sea de todos. Un nuevo renacer en nuestras actitudes.

Tal vez con estas estrofas pongamos vida a la navidad ya olvidada y prometida a ser cumplida en honor de nuestros principios heredados.

Navidad

Canto de un coro de milenios,
recuerdo de un juguete estropeado,
desafío que invita a mansedumbre.
Noche dulce con adorno de espumilla,
noche que terminas embriagada
en el roto zapato de un chiquillo.
Noche eterna en hojas de una biblia,
harapos de portal con caramelos.
Te pregunto si te escondes,
entre el torpe caminar
de los bueyes de arado,
entre el pondo y el tostado,
o tan solo en vitrinas fariseas.
 

Les deseo una feliz navidad.

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