La histórica «San Vicente Mártir de Tacunga» o simplemente Latacunga, es desde siempre, nuestro suelo natal, lo cual debería llenarnos de orgullo, por muchas razones, en tal virtud, trataré de justificar esta verdad incuestionable.
Situada en un espacio privilegiado, Latacunga fue poblada, conquistada y quizá fundada, alrededor de cuatro ríos: Yanayacu, Cunugyacu, Cutuchi y Pumacunchi, en otras palabras, el agua es vida y alrededor de ella se estableció, trabajó, se desarrolló y progresó.
A todo ello, hay que sumarle un entorno geográfico envidiable, volcanes, montañas y suelos muy fértiles, que han sido trabajados por «tacungueños» verdaderamente emprendedores, motivo de ejemplo nacional.
Somos Latacunga, somos historia, somos cultura y patrimonio, donde se incluyen manifestaciones populares, nacidas del entusiasmo, espontaneidad, talento y creación en las diferentes aristas del folklore, léase música, danza, trajes, religión, costumbres y tradiciones.
Valores humanos, con defectos y virtudes, se han forjado, con la talla de artesanos y artistas, con sus gubias y arcillas propias de nuestro suelo.
Los defectos propios del ser humano han sido propios también de nuestros habitantes, pero sobre todo han sobresalido y resaltado sus virtudes, muchas de ellas son lo más patrimonial de nuestros ciudadanos.
Y con el positivismo que me caracteriza, marco y dejo el sello de las grandes virtudes de los Latacungueños.
La situación geográfica de la ciudad, muy cercana a la capital política del actual Ecuador, ha hecho de Latacunga, un «centro» de actividades públicas y privadas, que se han puesto a la orden de los ecuatorianos.
Y no me refiero a la política en esencia, me refiero al aporte humano de nuestros conciudadanos al desarrollo del país.
Desde la época pre colonial, nuestros panzaleos y mitimaes, fueron la fuerza aborigen de lo que luego fue nuestra Real Audiencia, los numerosos cacicazgos son la muestra del trabajo conjunto, entre españoles y nativos, para la nueva administración colonial, pues, ellos -los indígenas- conocían su suelo y su gente, por tanto, fueron el «equipo» y el «socio» perfectos que los conquistadores buscaban, para conseguir sus novedosos propósitos, es decir, mitas, obrajes y leyes conexas, forjaron la nueva sociedad, todo, junto a la «Cruz y la Espada», para así esculpir una escultura con arcilla humana perfecta para nuestra vieja Tacunga.
Somos siglos de historia humana y humanista diría yo, con aportes indígenas y mestizos, en un proceso de «blanqueamiento» lamentablemente mal entendido, pero que es una realidad incuestionable, pues el mestizaje es además otro tema igualmente mal entendido y utilizado hasta políticamente.
Latacunga se presenta con indios, mestizos y blancos en una historia de siglos, tuvimos presidentes de dos Reales Audiencias -Quito y Charcas-, Caciques representativos y actuantes en los gobiernos locales, solo cito por hoy a Sancho Hacho y a los Ati, con inobjetable acción política y social, del primero provienen un alto porcentaje de ecuatorianos y de los segundos, sus descendientes residen en Ecuador y fuera de él.
No nos olvidemos que, en Latacunga, se asentaron muchos marquesados, adquiridos a la autoridad competente, pero que contribuyeron con mucha mano de obra, justamente en sus obrajes, como simple ejemplo el de Tilipulo, que tuvo 25 propietarios en 400 años.
El numerosísimo porcentaje de haciendas-obraje, ubicadas en la actual provincia de Cotopaxi, son el ejemplo claro, de un aporte positivo a la Economía Política de nuestro actual Ecuador.
Pero pasémonos también al campo de las artes y oficios, dónde hemos tenido grandes herreros, hojalateros, talabarteros, sastres, zapateros y muchos más, con el trabajo diario de un pueblo incansable y emprendedor, la muestra es la segunda institución artesanal del país, fundada -jurídicamente- en 1892 como fue Artesanos de León y en 1906 la Casa de Artes y Oficios, hoy sede de la Universidad de las Fuerzas Armadas sede Latacunga.
Tenemos en nuestras raíces ancestrales, grandes artistas, como aquellos pintores Albán en la Colonia, como un José Abraham Moscoso o un Tejada Zambrano en el siglo XX. Actualmente, de un escultor sigchense podemos admirar una talla en el propio Vaticano y tenemos grandes retratistas de talento universal, no los nombro por respeto a los contemporáneos, además porque aún viven y el tema es delicado por hoy.
Educación y filantropía van acompañadas desde siempre, en la Colonia fortunas fueron otorgadas para servicios educativos y medicinales, el caso más relevante es la filantropía del Dr. Vicente León en educación y de las Hermanas Ana y Mercedes Páez Vela en medicina, solo para citar dos valiosos ejemplos.
Pero lo que marca una etapa en nuestra historia republicana, es el Colegio Vicente León -sin duda, el más valioso latacungueño de la historia- pues alrededor de aquella institución, junto al Cabildo y Gobernación, se desarrollaba el progreso educativo, social, económico, político, artístico y hasta urbano de Latacunga.
Y es que el Vicente León fue, «padre y madre» de muchas instituciones locales, en su sede y con su auspicio económico, nacieron algunas de su cuna: escuelas, colegios, instituciones obreras, artísticas, deportivas, militares y hasta políticas, se vieron cobijadas gracias a la filantropía y benevolencia del «Vicente León» en su tiempo.
Mujeres y hombres forjaron la ciudad, en periodismo, por ejemplo, se inició el «Diarismo» con la saquisilense Bertha Cando de Izurieta; pero la pionera del periodismo femenino lo tenemos con «El Heraldo» desde 1946, con Susana Donoso, reitero, son solo valiosos ejemplos.
En lo urbano, somos Patrimonio del Estado desde 1982, el trazado «dameral» no ha variado en siglos, lo más importante de sus edificaciones -templos, por ejemplo- no han variado su ubicación, somos una ciudad proyectada a «escala humana», dónde en las «manzanas» tenemos edificaciones y espacios abiertos, para poder vivir con dignidad y con el orden urbano que toda ciudad contiene en su esencia. Calles con aquella «piedra andesita» eterna, son el testigo mudo de numerosos acontecimientos.
Le queremos a Latacunga, le respetamos y por ello, no permitimos que se la ofenda, por ello, nuestros poetas se han encantado de escribirle con la bella palabra, que en muchos casos los músicos le han puesto ritmo propio, como es el caso de nuestro himno escrito en 1939, donde se resaltan a «filántropos, sabios y grandes», y es que esos tres términos, resumen lo que somos, y que he intentado recoger en esta narración, que solo refleja el cariño y afecto que le guardo a Latacunga y a su gente.
Gracias, por darse el tiempo necesario, en dar lectura a estas letras, que son el homenaje a heroínas y próceres que nos dieron ejemplo de lucha, disciplina y valentía hace 204 años.
Saludo al pueblo de Latacunga en estas fiestas novembrinas, sigamos adelante, no desmayemos el gran entusiasmo, que hemos heredado de nuestros viejos tacungueños, así que, levantemos el espíritu y la voz para expresar:
!Que Viva Latacunga!!